La columna vertebral constituye una unidad funcional formada por huesos (vértebras), discos intervertebrales, ligamentos, articulaciones y músculos que actúan en forma conjunta para brindar una firme estabilidad ante los movimientos y la carga de peso que sobre ella ejercemos. Si alguno de estos componentes anatómicos se enferman o se debilitan dejan de cumplir su función y se producen las patologías.
La aparición de estas patologías se ha incrementado a la par del aumento de la expectativa de vida. En este marco, la enfermedad degenerativa (producida por artrosis) ha adquirido una prevalencia muy significativa, destacando que más del 50% de la población mayor a 50 años padece alguna afección de estas características.
La promoción y prevención se han convertido en un pilar fundamental en el tratamiento de estos pacientes. Recomendaciones y cambios en el estilo de vida, relacionados fundamentalmente con la actividad física, la postura y la correcta alimentación, son necesarios para una recuperación óptima y a largo plazo.
La indicación de una intervención quirúrgica se basará en un examen clínico profundo, considerando tratamientos realizados y tiempo de evolución, así como en los resultados encontrados en los estudios por imágenes. Consideramos que la cirugía será utilizada únicamente cuando se hayan agotado las medidas médicas adecuadas de tratamiento. Nuestra premisa es que cada paciente entienda la patología que padece y cuál es el tratamiento recomendado para la misma.
– Hernia de disco.
– Canal estrecho.
– Espondilolistesis.
– Fracturas vertebrales.
– Tumores.
– Patología de la Charnela occípito-cervical. Enfermedad de Chiari.
– Deformidades (escoliosis, desbalance sagital).
– Fibrosis postquirúrgica.
El canal estrecho o estenosis espinal es la reducción del tamaño del conducto raquídeo y/o neuroforámenes. El conducto raquídeo se encuentra en el medio de la columna vertebral y aloja a la médula espinal, la cual recibe información desde el cerebro y comanda el movimiento y sensibilidad de los brazos y piernas. Los neuroforámenes son orificios formados entre vértebras sucesivas por donde salen las raíces nerviosas que se dirigen a los brazos y piernas.
Presentación clínica:
Los síntomas dependerán del grado de compresión y de la localización de la misma.
– Dolor en el cuello, brazos o piernas debido a la compresión de una o varias raíces nerviosas.
– Debilidad o adormecimiento en los brazos, manos, piernas o pies.
– Dolor en las piernas después de realizar un esfuerzo, como caminar algunas cuadras. El paciente debe descansar y sentarse.
– Alteraciones de motilidad fina en manos (problemas para abrocharse un botón o utilizar los cubiertos) y trastornos de la marcha (caídas a repetición).
– Dificultad en la función intestinal, incontinencia urinaria, disfunción sexual.
Tratamiento:
Dependerá de la causa. Contamos con tres pilares de tratamiento:
tratamiento médico, cirugía mínimamente invasiva y cirugía convencional. Los dos últimos tienen como objetivo una ampliación del conducto raquídeo y neuroforámenes para liberar la compresión medular y de las raíces nerviosas.
La espondilolistesis se produce cuando una vértebra se desplaza hacia delante o hacia atrás sobre la vértebra inferior. Esto puede producir dolor por reducción del conducto raquídeo y compresión de las raíces nerviosas (dolor en las piernas) o por inestabilidad segmentaria con movilidad aumentada (dolor lumbar).
Su tratamiento será en principio médico, reforzando la rehabilitación kinesiológica. En casos seleccionados se ofrecerá cirugía que puede variar desde la descompresión mínimamente invasiva a cirugías de fusión convencionales.
La osteoporosis es una enfermedad que afecta a los huesos debilitándolos y provocando que se fracturen con mayor facilidad ante traumatismos menores. Afecta más comúnmente a mujeres mayores de 65 años (puede afectar a 1/3 de las mujeres postmenopáusicas) pero se presenta también en hombres. Los antecedentes familiares, la menopausia precoz, el tabaquismo, el bajo peso y el uso crónico de corticoides son algunos de los factores que aumentan el riesgo de padecer esta afección.
El dolor y la invalidez que produce una fractura vertebral en un paciente añoso puede acarrear meses de reposo y conllevar múltiples complicaciones asociadas. Las fracturas patológicas, más frecuentemente producidas en pacientes con osteoporosis, suelen producirse ante traumatismos leves tales como caídas y/o movimientos bruscos. En general son fracturas que únicamente afectan el cuerpo de la vértebra y no implican una inestabilidad mecánica.
Tratamiento Médico:
Lo realizamos en conjunto con endocrinología. Se basa en:
– Administración farmacológica de calcio adicional a la dieta.
– Aporte de Vitamina D.
– Administración de fármacos que favorecen la fijación del calcio a los huesos.
– Ejercicio físico-kinesiológico controlado.
– Plan nutricional para lograr un peso corporal ideal.
– Plan de deshabituación tabáquica.
– Realizar estudios y controles médicos periódicos (estudios radiológicos, análisis de laboratorio y densitometría ósea).
Tratamiento Percutáneo del Aplastamiento Vertebral Osteoporótico:
Vertebroplastía – Cifoplastía
Cuando se produce un aplastamiento o fractura vertebral osteoporótica dicha situación ocasiona intenso dolor que en un gran porcentaje lleva a la postración en cama.
Desde hace años está ampliamente demostrado que la vertebroplastía/cifoplastía constituye el tratamiento de elección por su simplicidad técnica y sus buenos resultados.
Esta técnica consiste en colocar una aguja a través de la piel (guiada por un equipo especial de radiología) en el cuerpo de la vértebra comprometida.
Posteriormente se inyecta a través de ella un cemento en estado casi líquido que en pocos minutos se solidifica endureciéndose fuertemente y así “aumentando” a la vértebra enferma y brindándole alta resistencia.
Los objetivos son disminuir el edema óseo vertebral que es el causante del dolor, así como recuperar parcialmente la altura vertebral y evitar la progresión de la deformidad.
El procedimiento se realiza con anestesia local y mínima sedación, y permite que el dolor desaparezca o se atenúe en forma inmediata. Esto ofrece la posibilidad de rehabilitar al paciente rápidamente, requiriendo una internación hospitalaria de pocas horas.
En la columna vertebral encontramos estructuras nerviosas como la médula espinal y las raíces nerviosas, y estructuras óseas, como los cuerpos vertebrales.
Protegiendo la médula espinal y las raíces nerviosas se encuentra una membrana llamada duramadre. Los tumores pueden generarse de las distintas estructuras de la columna vertebral previamente mencionadas, siendo los más frecuentes:
– Neurinomas y schwannomas: nacen de las raíces nerviosas
– Meningiomas: se relacionan con la duramadre.
– Metástasis: suelen afectar las estructuras óseas.
– Ependimomas y astrocitomas: nacen de la médula espinal.
¿Cómo se manifiestan clínicamente?
Dependerá de la localización de la lesión, su tamaño y la compresión de estructuras. Un tumor cervical puede causar dolor, hormigueos o pérdida de fuerza en uno o ambos brazos y/o deformidad. Si comprime y daña la médula espinal puede ocasionar incontinencia urinaria o fecal, disfunción sexual y debilidad severa en las piernas. Esta condición puede causar daño permanente y grave si no se trata rápidamente.
Los tumores espinales dorsales y lumbares pueden causar dolor, deformidad, hormigueos o disminución de la sensibilidad desde donde está la lesión hacia abajo y pérdida de fuerza/parálisis en las piernas.
¿Qué tratamientos podemos realizar?
Se elegirá entre un tratamiento conservador (control periódico con imágenes) o quirúrgico, dependiendo de la naturaleza y localización del tumor, así como de clínica del paciente.
El tratamiento quirúrgico consiste en la extracción tumoral lo más amplia posible, utilizando técnicas microquirúrgicas específicas. Es muy importante el control intraoperatorio con monitoreo neurofisiológico a cargo de un especialista en neurofisiología, a fin de disminuir el riesgo de lesionar estructuras neurológicas cercanas a la lesión.
Existen diferentes grados de enfermedad de Chiari, siendo la más frecuente la Enfermedad de Chiari tipo 1. Ésta consiste en el descenso de las amígdalas cerebelosas por debajo del agujero Magno superior a 5 mm.
¿Cómo se manifiesta clínicamente?
Muchos casos son asintomáticos y sólo deben controlarse.
Los síntomas más frecuentes son el dolor de cabeza occipital (especialmente cuando se hace un esfuerzo abdominal como toser e ir de cuerpo), mareos, cansancio y alteraciones del sueño (por trastornos respiratorios).
¿Qué tratamientos podemos realizar?
Los casos sintomáticos deben tratarse con la realización de una cirugía de
descompresión cráneo espinal.
La enfermedad degenerativa en su máxima expresión produce deformidades en la columna que pueden reflejarse en alteraciones de las curvaturas normales.
La escoliosis es una alteración de la forma de la columna si la miramos desde adelante. Hay diferentes grados y curvas, pudiendo ser torácicas, tóraco-lumbares o lumbares.
¿Qué tratamientos podemos realizar?
El tratamiento dependerá de cada caso en particular, pudiendo incluir tratamientos conservadores, mínimamente invasivos (artrodesis intersomática lateral), cirugías convencionales y combinaciones de los anteriores.
Artrodesis intersomática lateral XLIF:
Consiste en una técnica mínimamente invasiva a través de un abordaje lateral a la columna lumbar para colocar una prótesis entre los cuerpos vertebrales afectados. Es un procedimiento que conlleva menos tiempo quirúrgico, menos pérdida de sangre y una externación y recuperación más rápida. En muchos casos puede plantearse cómo único tratamiento, mientras que en otros debe ser asociado a una cirugía convencional.
Epidurolisis Endoscópica
Esta técnica percutánea (a través de una punción por piel) consiste en ingresar endoscópicamente por el espacio raquídeo peridural en la región afectada para realizar bajo visión endoscópica una disección y lavado mecánico seguido de colocación de fármacos “in situ” para lograr la liberación de las estructuras comprometidas con la consecuente resolución del dolor.
Está indicada en:
– Síndromes dolorosos de canales estrechados.
– Fibrosis post quirúrgicas.
– Otros síndromes dolorosos postoperatorios.
Las hernias de disco consisten en la protrusión, extrusión y/o migración de una porción del disco intervertebral generalmente hacia el canal raquídeo. El Disco Intervertebral está formado por una porción central o núcleo pulposo y un anillo fibroso que lo contiene. Se ubica entre los cuerpos vertebrales y por ser elástico y compresible tiene la función de facilitar la movilidad de la columna vertebral y absorber fuerzas y presiones sobre la misma.
El anillo fibroso es más débil en su porción posterior y ante fuerzas extremas puede ceder y a veces desgarrarse permitiendo la salida del núcleo pulposo hacia el canal raquídeo provocando la hernia. Esto puede ocasionar la compresión de estructuras nerviosas que se manifiesta generalmente por dolores irradiados a los miembros (brazos o piernas).
Los sitios más frecuentemente afectados son la región cervical (C5-C6 y C6-C7) y la región lumbar (L4-L5) y lumbosacra (L5-S1).
La presencia de una hernia de disco produce en general una compresión mecánica sobre la raíz nerviosa provocando intenso dolor y a veces déficit sensitivo (sensación de adormecimiento o pérdida de la sensibilidad en determinados territorios corporales) o motor (disminución o pérdida de la fuerza muscular).
– Dolor cervical o dolor lumbar.
– Dolor irradiado a los miembros superiores (hombro, brazo, antebrazo, manos) o a los miembros inferiores (glúteo, muslo, pierna, pie). Se caracteriza por ser un dolor quemante, asociado a hormigueos/sensación de electricidad y a calambres.
– Alteraciones motoras representadas por debilidad (en este caso debe consultar con urgencia a su neurocirujano).
– Consulta médica y evaluación clínica.
– Estudios por imágenes: Resonancia Magnética, Radiografías Digitales.
– Otros: Electromiograma, Espinograma, Tomografía Computada.
– Tratamiento médico: es el primer tratamiento para este tipo de lesiones. Consiste en medicación analgésica antiinflamatoria, corticoterapia y rehabilitación kinesiológica.
– Tratamiento quirúrgico: se reserva para aquellos casos con persistencia de los síntomas a pesar del tratamiento médico adecuado y/o pacientes con alteraciones neurológicas motoras.
Los dividimos en tratamientos percutáneos y cirugías mínimamente invasivas:
– Tratamientos percutáneos (por piel con una aguja): Bloqueos Selectivos y Nucleoplastías.
– Cirugías mínimamente invasivas: Microdiscectomía y Cirugía con Asistencia Endoscópica.
Las nucleoplastías percutáneas consisten en un tratamiento mínimamente invasivo a través de punciones por piel que se utilizan para tratar lesiones discales con radiofrecuencia, ozono y/o láser. Se requiere de un equipamiento radioscópico de alta resolución y se realizan a través de una aguja por donde se introduce el electrodo de Radiofrecuencia, la fibra Láser o se inyecta el Ozono/Oxígeno en el interior del disco herniado.
Estos procedimientos son ambulatorios (aprox. 6 horas de internación) y permiten una rápida recuperación y disminución de los síntomas. Los pacientes regresan a su domicilio el mismo día de la intervención y podrían reincorporarse rápidamente a sus actividades diarias y laborales.
A través de una aguja de pequeño calibre se inyecta una mezcla de Ozono/Oxígeno en el disco herniado. El Ozono es un gas formado por tres átomos de oxígeno que en un medio acuoso orgánico (disco intervertebral) produce una acción deshidratante y lítica que disminuye el volumen y la presión intradiscal, logrando reducir los síntomas que ello produce. Esta técnica puede complementarse con aplicaciones seriadas intramusculares paravertebrales de Ozono/Oxígeno, debido a que su acción analgésica y antiinflamatoria aceleraría la recuperación del paciente.
A través de la aguja colocada en el disco herniado se pasa el electrodo de Radiofrecuencia que permite por acción de la alta temperatura controlada (entre 40º y 70º) y liberada por la punta del electrodo producir la coblación – degradación del núcleo del disco. Esto produce la disminución del volumen y la presión del disco con la consecuente mejoría del dolor.
Habitualmente realizamos la combinación de esta técnica con ozonoterapia a fin de mejorar y acelerar la recuperación del paciente.
Este método tiene el mismo fundamento que la Nucleoplastía por Radiofrecuencia. Utilizamos un Láser de Diodo cuya fibra se pasa a través de la aguja colocada en el disco herniado. Se realiza la coblación – degradación discal utilizando energía Láser por el extremo distal de la fibra lo que produce la reducción del volumen y presión del disco.
Habitualmente realizamos la combinación de esta técnica con ozonoterapia con el objetivo de mejorar y acelerar la recuperación del paciente.
Las microdiscectomías y cirugías con asistencia endoscópica son cirugías realizadas con la utilización del microscopio óptico y neuroendoscopio, respectivamente. Las empleamos en el tratamiento de las hernias de disco voluminosas y sintomáticas que no han respondido al tratamiento médico y/o que producen alteraciones neurológicas motoras. A través de pequeñas incisiones (cortes de apenas unos centímetros) y con mínima retracción muscular es posible la extracción del disco intervertebral herniado y la liberación de la raíz nerviosa comprimida.
El período de internación dependerá de la condición clínica de cada paciente. Es posible un alta sanatorial el mismo día de la intervención, aunque lo más frecuente es prolongarla por 24 hs. La recuperación postoperatoria suele ser rápida con una reinserción favorable en las actividades diarias y laborales.